Maruja y su familia saben hacer. La amabilidad nada forzada de Maruja y la verde amplitud de su finca permiten un ambiente acogedor que al tiempo respeta la independencia del visitante.
Me alojé en un apartamento de una habitación. Estancias amplias y luminosas. Sensación de nuevo y limpio. El lujo de lo sencillo.
Por jardín en cuidado desorden, con sus arboles, su huerta y su piscina, pasean gatos, el perro Nemo, el gallo y las gallinas ocupadas en empollar a los pollitos.
Como en casa. Corrijo, mucho mejor que en casa.
Muy recomendable para parejas, familias con niños y hasta patra los que viajan solos como yo.