Este santuario, ubicado en un gran parque lleno de miles de árboles de todas partes de Japón, está dedicado a un emperador muy querido y ofrece tranquilidad a los visitantes.
En una ciudad donde el espacio es un bien escaso, este amplio parque es un lugar popular entre los habitantes de Tokio para ensayar, reconectarse con la naturaleza y disfrutar de la libertad de expresión.