Casa Macchi es un encantador edificio provincial que se levanta a la sombra del campanario de una iglesia en un pueblo tranquilo a pocos kilómetros de Varese, Morazzone. No hay nada extraordinario en este lugar, ni en el jardín, ni en la arquitectura, en la decoración o el mobiliario, ni en los objetos o la historia de sus habitantes. Pero la primera visita satisface, porque hay un encanto indiscutible en un mundo que se ha conservado hasta el más mínimo detalle, que parece casi sigiloso, repentino e inevitable y que aún huele a la vida cotidiana, imaginando una cafetera dejada en la estufa, dejada sobre la mesa entre los sillones del salón. Más allá de las densas telarañas y el polvo, lo que sorprende a Casa Macchi es la posibilidad de captar la vida auténtica de una vivienda que no era ni una granja ni un palacio, ni ordinaria ni extraordinaria, sino típica, tradicional, sencilla, cercana en las formas y burguesa, con un agradable encanto altoburgués, con el fin de generar curiosidad y empatía en los visitantes, a fin de reconocer los objetos y las costumbres en un paisaje doméstico que pertenece a su propia tradición (especialmente si es lombardo), capaz de hacen cosquillas en la memoria y despiertan el interés de los anticuarios.