La bien ordenada distribución de los restos óseos en las Catacumbas de París parecería a primera vista una especie de obra de arte sumamente macabra. Pero en realidad, se diseñó así por cuestiones meramente prácticas. A finales de los años 1700, los cementerios parisinos empezaban a rebasar sus capacidades, y empezaron a aparecer problemas de salubridad en toda la ciudad. Incluso el agua empezó a quedar contaminada en muchas zonas de la capital francesa. Entre 1786 y 1814, empezaron a trasladarse los restos exhumados de otros cementerios de la ciudad a estos túneles abandonados de piedra caliza. El resultado final fueron las escalofriantes catacumbas que conocemos hoy en día. Los pasajes miden más de 1.6 kilómetros (1 milla) de largo. Los incontables restos humanos, que ocupan todas las paredes de la red subterránea, están distribuidos de forma muy ordenada y también pueden verse placas conmemorativas. Los huesos están distribuidos por tipos: cráneos, fémures, tibias, etc. Muchas de estas osamentas ya eran antiguas en la época de la Revolución Francesa, a finales del siglo XVIII.
Si quieres visitar este lugar, llega al 14º "arrondissement" (municipio, en francés), desciende por una escalera de 130 escalones y pasa a través de los túneles poco iluminados. Cuidado con la cabeza, porque el techo es bastante bajo. En las paredes verás intrincados relieves conocidos como las "Esculturas de Décure". Décure fue un veterano de guerra e inspector de canteras que elaboró algunos de estos gravados alrededor de 1777. Murió cuando un sumidero se vino abajo en uno de los niveles superiores del túnel.
Puedes rentar una audio guía personalizada, que te llevará por los pasajes y te dará información importante acerca del osario. Por ejemplo, podrías aprender acerca de la Fuente de la Samaritana, rodeada por una pared de huesos. El objeto más antiguo de las catacumbas es la Lámpara Sepulcral, que los excavadores encendían mientras trabajaban en los pasadizos.
Te tomará alrededor de una hora recorrer los túneles, que están abiertos todos los días excepto los lunes. Los niños menores de 14 años de edad deben ir acompañados de un adulto.
La entrada a las catacumbas está un poco oculta entre un grupo de árboles en la Plaza Denfert-Rochereau. Por lo general, tendrás que formarte una hora o más para ingresar. Lleva una chamarra, porque el subsuelo es frío, incluso en verano. El suelo puede ser resbaladizo, así que ten cuidado especialmente en las escaleras para entrar y salir de los túneles. Mantente siempre en la ruta señalada, porque de lo contrario, podrías perderte en los 290 kilómetros (180 millas) de túneles y pasadizos. Hay un estacionamiento de paga cerca y el transporte público también hace paradas a poca distancia del acceso.